jueves, 16 de junio de 2016

Lunas heladas


Los nuevos datos enviados por la New Horizons permiten comparar y contrastar a las lunas heladas de plutón.

Juno ya siente con fuerza a Júpiter.



Desde su lanzamiento hace 5 años, tres fuerzas han estado tirando de la sonda Juno en su viaje a través del Sistema Solar. Al principio del viaje la Tierra estaba lo bastante cerca como para ser el cuerpo que más influencia ejercía sobre la sonda. Después ha sido el Sol el que más ha afectado a la trayectoria de Juno. Pues bien, ya se puede decir que Júpiter ha tomado el relevo y ya es el cuerpo que más influencia tiene en dirigir la trayectoria de la sonda.
Juno fue lanzada el 5 de agosto de 2011 y el próximo 4 de julio realizará una maniobra de inserción orbital con un encendido de 35 minutos de su motor principal, el cual proporcionará un cambio de velocidad de 542 metros por segundo a la nave y la dejará en órbita excéntrica del planeta gigante. La nave realizará al menos 37 grandes órbitas pasando a tan sólo 5.000 kilómetros de las nubes superiores de Júpiter investigando la región y estudiando sus auroras para aprender más sobre el origen, estructura, atmósfera y magnetosfera del planeta.

lunes, 13 de junio de 2016

La intensidad de la gravedad en la tierra no es uniforme.



Aunque es algo que esta más allá de la percepción de nuestros sentidos, que no nota la diferencia, el campo gravitatorio terrestres está lejos de ser constante en todos los lugares del planeta. Así, por ejemplo, en el sur de la India y norte del océano Indico se registran los niveles más bajos, mientras que zonas como los Andes o Indonesia es claramente más alto, aunque en niveles solo detectables por instrumentos muy sensibles situados en órbita. La causa de estas variaciones no está del todo clara, aunque posiblemente sea fruto de la irregular distribución de materia y las estructuras internas del planeta. El mapa que vemos más abajo fue realizado teniendo en cuenta los datos del satélite GOCE de la Agencia Espacial Europea.

domingo, 12 de junio de 2016

¿Que tan frecuentes son los impactos de asteroides y cometas?


Evaluemos la posibilidad de que un suceso como el impacto de un asteroide ocurra durante nuestras vidas.
Los impactos de cuerpos menores (cometas y asteroides) son muy frecuentes, como bien pueden atestiguar la mayoría de superficies planetarias y de satélites del Sistema Solar, casi todas ellas repletas de cráteres de todos los tamaños. Pero son frecuentes en términos astronómicos. Hay millones de asteroides y cometas, pero sólo una pequeña fracción poseen órbitas cercanas a al Tierra. Y de éstos, sólo un número aún menor es potencialmente peligroso.
Un asteroide más de 10 km, como el que habría causado la extinción de los dinosaurios, impactaría contra la tierra cada 100 millones de años. La humanidad tendría que tener mucha mala suerte si un evento así ocurre en las próximas décadas o siglos.

Pero no necesitamos un asteroide tan grande para causar una desgracia. Un cuerpo de tan sólo doscientos metros de diámetro sería capaz de provocar decenas de miles de muertes dependiendo del lugar del impacto.
Entonces, el verdadero peligro reside en los objetos con un tamaño de 50 a 200 metros, que son lo suficientemente numerosos para tener una frecuencia de impacto relativamente elevada, estimada en unos 200-1000 años. A lo que debemos temer no es a una colisión como la que aniquiló a los dinosaurios, sino a un suceso de tipo Tunguska. En junio de 1908, un objeto de unos 60 metros de diámetro colisionó con la Tierra sobre Tunguska, una remota región de Siberia oriental, creando una gigantesca explosión de 15 megatones. Si este pequeño asteroide hubiese impactado contra Europa occidental en vez de caer sobre Siberia habría causado una verdadera tragedia.

¿Somos demasiado optimistas en nuestra búsqueda de vida extraterrestre?


¿Somos demasiado optimistas en nuestra búsqueda de vida extraterrestre? A pesar del recuento de exoplanetas, super-Tierras y zonas de habitabilidad, la probabilidad de la existencia de vida en cualquier otro lugar del Universo se encuentra todavía en tela de juicio. Hasta la fecha, solo tenemos un ejemplo de la misma. Pero incluso si, de algún modo, existe vida en algún lugar fuera de la Tierra, ¿Qué tan diferente sería?
Las estructuras de ADN que evolucionaron aquí en la Tierra, el único lugar en el Universo en el que sabemos con certeza que la vida puede prosperar, han demostrado tener mucho éxito (evidentemente). ¿Podrían repetirse estas estructuras en otro rincón del cosmos?¿Y qué decir, entonces, si la vida en cualquier otro lugar no estuviera basada en los mismos bloques básicos? ¿Que tan diferente sería? si es que existe.
El problema actual de la astrobiología es que solo se conoce una forma de vida (la terrestre). Es por ello que no es posible estimar la probabilidad de la existencia de vida fuera de la Tierra cuando solo disponemos de un ejemplo. Es como si quisieras saber la intención de voto en un país de muchos millones de habitantes y le preguntas a solo una persona.
A pesar de que se están encontrando exoplanetas con una frecuencia casi diaria y que solo es cuestión de tiempo el encontrar un mundo rocoso similar a la Tierra, con agua líquida en su superificie, orbitando otra estrella, eso no es garantía de la presencia de vida extraterrestre, a pesar de las conclusiones a las que seguramente llegarán los titulares de los medios de comunicación.
Podría haber mil millones de planetas habitables en nuestra galaxia. Pero, ¿cuál es la relación entre habitable y habitado? De momento no lo sabemos.

Salvando a la tierra con una vela solar


Una de las formas más fáciles en las que podríamos desviar un asteroide potencialmente peligroso para la tierra, si es que disponemos de mucho tiempo (varias décadas) es utilizar una vela solar. La misma sería muy ligera y fácil de llevar hasta el asteroide, una vez anclado al mismo esta se desplegaría y provocaría un tenue impulso que lentamente sacaría al asteroide de una trayectoria potencialmente peligrosa.

Alcanzado al sol


La Solar Probe Plus de la NASA será una misión extraordinaria e histórica, la exploración de la que es, posiblemente, la última región del sistema solar que no ha sido visitada por una nave espacial. Hablamos de la atmósfera exterior del Sol ,también llamada corona que se extiende hacia el espacio. 
Solar Probe Plus sobrevolará repetidamente al sol ingresando en su corona, examinando por primera vez el ambiente en las cercanías de nuestra estrella (se acercará hasta solo 5.9 millones de kilómetros de la fotosfera). 
El objetivo principal de la misión es entender de una vez por todas los mecanismos de transferencia energética entré la superficie visible del Sol (fotosfera) y la corona, mecanismos causantes de que la temperatura de esta última sea mucho más elevada (2.000.000 K frente a 6.000 K). 

Por otra parte, al hacer mediciones directas "in situ" de la región, donde algunas de las más peligrosas partículas energéticas solares emergen, la sonda podrá realizar una contribución fundamental a nuestra capacidad para caracterizar y predecir la radiación ambiental producida por el sol, lo que tendrá repercusiones en los futuros exploradores tanto robóticos como humanos. Durante los sobrevuelos cercanos al sol la nave se moverá a más de 200 km/s convirtiéndose en la nave más rápida jamás lanzada al espacio. El lanzamiento mediante un cohete Delta IV Heavy se espera que tenga lugar el 30 de julio de 2018.

Girando alrededor de un agujero negro.


Esta es la última actualización de las órbitas de siete estrellas que orbitan cerca del agujero negro supermasivo en el centro de la Vía Láctea. Desde 1995, los astrónomos han trazado las posiciones de diecisiete estrellas que se mueven en sus órbitas próximas al agujero negro central de nuestra galaxia. A partir de estas órbitas, y de la tercera Ley de Kepler, se puede determinar la masa de este agujero negro. Cuantas más estrellas que utilicen, más precisamente se puede estimar la masa. Para el año 2014, los datos muestran que la masa es de 3,7 millones de veces la masa de nuestro sol.

Juno se aproxima a júpiter


El próximo 4 de julio la sonda Juno de la NASA llegará a Júpiter. Ese día Juno encenderá su motor principal por espacio de 35 minutos, lo que colocará a la nave en órbita polar alrededor del planeta gigante. Juno estudiará la atmósfera del planeta, su origen, estructura, y evolución dentro del sistema solar, y así comprender mejor la formación de este y la del propio sistema solar. Sus principales funciones, están enfocadas en la creación de un estudio y mapa de la gravedad en sus campos magnéticos, y de las auroras de Júpiter, como también de su magnetosfera.
En el momento de la mayor aproximación, 4300 km sobre uno de los polos del planeta, la sonda tendrá una velocidad de casi 70 km/s