domingo, 3 de febrero de 2013

Viviendo en la luna


Cuando fuimos a la luna en el marco del programa Apolo se pensaba que era el comienzo de una nueva oleada de colonizadores que paulatinamente poblarían la superficie lunar extendiendo la influencia de la civilización humana. Desde luego nada de eso ha ocurrido aún, y puede que todavía tengamos que esperar mucho. 

Sin embargo, nada nos impide estudiar como deberíamos prepararnos para una eventual colonización de nuestro satélite natural. Así que veamos que necesitamos para vivir en la luna.


Lo primero a evaluar es el tipo de instalaciones a ser utilizadas. La Luna ejerce una atracción gravitatoria de 1/6 de la de la Tierra, así que los ingenieros podrán construir estructuras menos condicionadas por la gravedad. Además se deberán usar materiales locales donde y cuando sea posible. El coste del lanzamiento desde la Tierra de materiales de construcción sería astronómico, así que sería mejor que esos materiales se obtuvieran de minas lunares. Esto implicaría una previa prospección geológica para averiguar donde y cuanto material se pueden emplear para la construcción de nuestra base lunar.

Y hablando de construir, se ha determinado que un buen lugar para instalar nuestra base sería en los polos de la luna, ya que en los mismo se ha detectado importantes cantidades de agua, que será fundamental a la hora de mantener una base habitada. El agua además de la obvia utilidad, puede descomponerse en oxigeno para respirar (tanto para los humanos como para nuestros cultivos de vegetales) también se pueden obtener oxígeno e hidrógeno líquidos los cuales son excelentes propergoles para cohetes.



El regolito lunar (finos granos de roca pulverizados por la acción de los micrometeoritos) se puede usar, por ejemplo, para cubrir partes del hábitat y así proteger de los rayos cósmicos a los pobladores, ya que el exceso de radiaciones podrían provocar cáncer, tambien dicho material podría usarse para proporcionar aislamiento térmico. Según algunos estudios, se requiere un espesor de regolito de al menos 2,5 metros para proteger el cuerpo humano y hacer que se encuentre en unos niveles de radiación ambiental “seguros”. También se requerirá una alta eficiencia energética, así que los diseños deberán incorporar materiales de alto nivel de aislamiento para asegurar una pérdida mínima de calor.

Pero ¿De qué material hacemos nuestras bases? Evidentemente al principio utilizaremos los módulos metálicos de toda la vida, muy probablemente basados en los diseños para la estación espacial internacional, pero estos módulos deben ser construidos en la tierra y debido al costo y al bajo volumen habitable de los mismo se han sugerido otras alternativas.

Módulos inflables

Los hábitats inflables o hinchables siempre han estado entre los favoritos, optimizan el espacio habitable mientras usan materiales ligeros. Como la Luna no tiene atmósfera (aparte de algunos gases muy tenues que se desprenden de la superficie), cualquier hábitat necesitaría ser altamente presurizado para simular la atmósfera terrestre (aproximadamente 1 atmósfera o 101 325 Pascales) y cantidades de gas atmosférico. Debido a las altas fuerzas que actúan hacia fuera (por la presión del gas matenido), puede asegurarse la integridad estructural de un hinchable. 

Suponiendo que la membrana del hinchable sea lo bastante fuerte, el riesgo de despresurización debería ser bajo. Actualmente la tecnología de módulos inflables está siendo estudiada por la NASA para construir módulos a ser utilizados tanto en el espacio como en una superficie.

Utilización de los materiales locales 

Se espera que un asentamiento en la luna usará infraestructuras capaces de extraer materiales locales, fabricando cantidades básicas y construyendo estructuras con poco o ningún apoyo de la Tierra. Este grado de autonomía sería requerido si queremos tener una próspera base lunar. 

Sin embargo, para mantener los hábitats herméticos, se necesitará fabricar una nueva forma de hormigón. Todos los componentes para una mezcla de hormigón lunar pueden encontrarse en la Luna, aunque el agua (y por tanto el hidrógeno) estará muy solicitada. Como la Luna es rica en azufre, puede fabricarse una variedad distinta de hormigón (con menos necesidad de agua) puede crearse para ayudar en la construcción de hábitats con arcos y bóvedas. Algunos “geotextiles” podrían también hacerse con algún refinamiento avanzado, creando materiales laminados para sellar el interior de los hábitats. 

Construir usando materiales extraídos localmente será probablemente uno de los métodos más avanzados de construcción e la Luna, por lo que en las primeras fases al menos, los colonos dependerán del apoyo de la Tierra. Solo podemos imaginar los numerosos avances en ingeniería, metalúrgica  ciencias de los materiales y otras áreas que serán derivados de emprender un proyecto como este, avances que tendría muchas aplicaciones en la tierra.



Seguramente no serán estas todas las dificultades que tendrán que superar los futuros habitantes de la luna (algunas solo las conoceremos viviendo allá) pero no cabe duda de que requerirán lo mejor del ingenio humano para poder resolverlas.

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