jueves, 18 de enero de 2018

¿Cómo buscar vida en Marte?


La búsqueda de vida fuera de la tierra es una de las metas de la exploración espacial robótica. Marte, Europa, Encélado y otros mundos son candidatos para albergar la chispa de la vida gracias a ciertas condiciones favorables halladas en ellos (aunque con diferencias notables). Sin embargo nuestra tecnología actual nos limita lo lejos que podemos ir a explorar por lo que nuestra mejor opción para responder a la eterna pregunta de si estamos solos es el planeta rojo.

Entonces a Marte. Antes de continuar debemos recordar que las sondas tienen limitadas capacidades de carga por lo que no pueden llevar todos los instrumentos científicos que queramos, así que hay que ser selectivos y mandar solo aquellos que podrán enviarnos el mayo retorno científico. Para esta tarea es fundamental conocer las condiciones ambientales marcianas.

Al carecer de un campo magnético digno de ese nombre, Marte ha perdido casi toda su atmósfera por lo que las intensas radiaciones del espacio pueden alcanzar la superficie del planeta. Esta combinación de altas radiaciones y bajísima presión atmosférica practicamente descarta la presencia de vida sobre la superficie. Pero ¿Siempre fue así?

Ahora sabemos que no, que en el pasado remoto las condiciones marcianas eran mucho más benignas, una atmósfera más densa permitía la existencia de grandes depósitos de agua lo que habría favorecido el surgimiento de alguna clase de vida unicelular. Lastimosamente dichas condiciones ambientales no durarían mucho y con el paso del tiempo el planeta se convertiría en el desierto que hoy es.
El clima marciano fue más benigno en el pasado.

Entonces ¿Qué buscamos? se buscan microorganismos unicelulares, invisibles a simple vista. Esto se debe a que es improbable que la vida en Marte haya progresado en el camino evolutivo mucho más allá de ese nivel. Esto en si no tiene nada de raro ya que nuestro mundo fue un mundo de vida unicelular durante dos mil millones de años o más antes de la llegada de la vida pluricelular.

Si la vida surgió en el planeta rojo esta pudo haber prosperado en el subsuelo marciano, incluso podría haber sobrevivido hasta la actualidad, por lo que si queremos encontrar evidencia de su presencia, pasada o presente, debemos escarbar el suelo marciano. 

A una profundidad de uno o dos metros, los hipotéticos microbios marcianos estarían lo suficientemente protegidos de las radiaciones como para prosperar. Precisamente a dicha profundidad se encontrarían grandes depósitos de hielo puro en amplias zonas del planeta. Desde luego que el hielo en sí no es idóneo para la vida, pero bajo ciertas condiciones podría derretirse proporcionando una capa de agua líquida temporal que permitiría a las formas de vida marcianas realizar reacciones químicas complejas. 


¿Y fósiles visibles en el registro de rocas? Cuando las condiciones lo permiten, las "esteras microbianas" (comunidades de microorganismos de varias capas) pueden intercalarse con sedimentos finos, produciendo estructuras morfológicas características en las rocas que se forman posteriormente. Estas capas serian muy visibles, pero es muy poco probable que un rover o una sonda estática den con una pieza semejante (aunque nunca se sabe).

Un ejemplo de capas formadas por microorganismos. 

Aunque no encontremos microfósiles podemos buscar señales químicas que delaten la presencia de procesos biológicos. 

Otro problema es que se busca señales de algo que habría existido hace tres o cuatro mil millones de años. Y en todo ese tiempo pueden haber ocurrido muchas cosas: Las rocas que conservan las evidencias pueden erosionarse, o enterrarse más allá de su alcance. Afortunadamente, Marte no tiene indicios de poseer placas tectónicas activas, que causan el constante cambio y reciclaje de la corteza que tenemos en nuestro planeta, lo que significa que es básicamente una cápsula del tiempo geológica. De lo contrario las opciones de encontrar evidencia de vida pasada serían mínimas.

Para complicar las cosas, las sondas robóticas no pueden aterrizar en cualquier parte del planeta, solo en las más bajas ya que, al tener mayor densidad atmosférica, solo en dichas zonas se pueden usar paracaídas. Además las limitaciones sobre su movilidad hacen que sea muy difícil acceder a los sitios donde se cree que es posible que existan microbios en la actualidad. Eso ya será trabajo para exploradores humanos.


En el 2020, deben aterrizar en el planeta rojo las sondas Exomars rover de la agencia espacial europea (ESA) y el rover marciano de la NASA (hermano del rover Curiosity). Ambos vehículos están preparados para la búsqueda de señales que delaten un pasado biológico. Si ambas sondas dan resultados negativos será un duro golpe para las expectativas de encontrar vida en Marte, refugiándose en la esperanza de que, simplemente, no aterrizaron en el lugar correcto o que la vida se esconde fuera de su alcance, quizás demasiado subterránea para alcanzarla. Si por el contrario la respuesta es positiva, nuestra posición en el Universo habrá cambiado para siempre.

Exomars rover.
Mars rover 2020



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