La idea de usar un avión como primera etapa de un lanzamiento orbital es tan antigua como la era espacial. Por aquel entonces los EEUU aún no se reponían del impacto que supuso el lanzamiento del Sputnik por parte de la unión Soviética. El que la URSS pudiese sobrevolar el territorio Norteamericano con total impunidad era algo que el ejército no podía pasar por alto.
Inmediatamente, el Pentágono inició varios programas de armas antisatélites para intentar neutralizar la nueva amenaza al mismo tiempo que creó varias iniciativas para situar satélites de forma rápida e independiente. Uno de estos proyectos, que en su momento era alto secreto, fue el proyecto Pilot.
Su objetivo era diseñar un pequeño cohete capaz de ser lanzado desde un avión de combate que pudiera situar en órbita pequeños satélites.
El avión escogido sería el Douglas F4D-1 Skyray y como lanzador se diseñó un pequeño cohete de combustible sólido de cinco etapas (seis contando al avión). El lanzador fue bautizado como NOTS-EV1 o Pilot. Se trataba de un cohete de 950 kg de masa con una longitud de 4,38 metros y 0,75 metros de diámetro (1,65 metros con las aletas estabilizadoras). El proyecto Pilot recibió un presupuesto de 300 000 dólares y un plazo de cuatro meses para su desarrollo.
El Skyray con el pilot debía despegar desde una pista del ejército en California y dirigirse hacia una zona predeterminada sobre el canal de Santa Bárbara. Allí el piloto tiraría de los mandos del aparato para subir a una altura de 12,5 kilómetros mientras mantenía una trayectoria que formaba un ángulo de 58º con la horizontal. A la altura prevista soltaría el Pilot a una velocidad de 742 km/h y con un ángulo de 50º. El Pilot iría montado en el ala izquierda del Skyray y para equilibrar el aparato se decidió añadir un depósito de combustible en el ala derecha. El Skyray había sido modificado para aligerar su peso.
Se realizaron 10 vuelos de prueba de los cuales solo uno de ellos, aparentemente, tuvo éxito. Lamentablemente, solo una estación fue capaz de recibir esta señal y hoy en día se considera que los técnicos de dicha estación escucharon simplemente ruido. El resto de vuelos experimentarían fallos de ignición de las etapas cuando no explosiones directamente.
Tras estos intentos infructuosos, los militares estadounidenses no lograron desarrollar ningún sistema de lanzamiento aéreo. El Proyecto Pilot permanecería en secreto hasta una fecha tan tardía como 1994. De haber logrado sus objetivos, los EEUU habrían podido orbitar satélites mediante aviones menos de un año después de que la Unión Soviética lanzase el Sputnik.
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