Frecuencia de los impactos de cuerpos menores en función de su tamaño.
Las cifras son aproximadas y pueden cambiar fácilmente en un orden de magnitud dependiendo de las fuentes consultadas. Fíjense en como un asteroide o cometa, como el que detonó sobre Rusia en 2013 (aproximadamente 15 metros), tiene una frecuencia anual, solo que la inmensa mayoría ocurre sobre áreas deshabitadas, como el del 7 de octubre de 2008, cuando un asteroide colisionó con la Tierra creando una explosión con una potencia equivalente a uno o dos kilotones. El asteroide se desintegró a gran altura sobre el desierto nubio, en una zona prácticamente deshabitada situada al norte de Sudán.
Como se puede ver, cuanto más grande es el objeto es menos frecuente el impacto. Además es mucho más fácil detectar a los más grandes. Se cree que tenemos catalogados cerca del 90% de los asteroides con un tamaño superior a 1 kilómetro de diámetro (Gracias a la misión WISE de la NASA).
Por lo tanto el verdadero peligro para la humanidad reside en los objetos con un tamaño de 50 a 200 metros, que son lo suficientemente numerosos para tener una frecuencia de impacto relativamente elevada, estimada en unos 200-1000 años. A lo que debemos temer no es a una colisión como la que aniquiló a los dinosaurios, sino a un suceso de tipo Tunguska.
En junio de 1908, un objeto de unos 60 metros de diámetro colisionó con la Tierra sobre Tunguska, una remota región de Siberia oriental, creando una gigantesca explosión de 15 megatones. Si este pequeño asteroide hubiese impactado contra Europa occidental en vez de caer sobre Siberia habría causado una verdadera tragedia.
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