A finales de los 80 y mediados de los 90, la NASA buscaba crear un lanzador pesado aprovechando la tecnología del transbordador espacial. La idea era crear un vehículo reutilizable, como el transbordador, pero aumentando bastante su capacidad de carga. Nació así el proyecto Shuttle-C.
En Teoría, este vehículo, podría haber abaratado el costo de acceso al espacio, tenia varias de las ventajas del transbordador espacial, pero al ser no tripulado, la logística necesaria para operarlo era mucho más sencilla (y barata).
La propuesta implicaba el uso de varias piezas del transbordador para crear el vehículo. Incluso se pensó en convertir al transbordador "Enterprise" en un vehículo de carga. Antes del accidente del Challenger, la NASA calculaba que con una media de 14 vuelos anuales ya podría alcanzar la rentabilidad del sistema, pero era muy difícil alcanzar esa cifra con un vehículo tripulado. En teoría el Shuttle-C permitiría incluso superar esa cantidad de lanzamientos.
Al final, con la perdida del Columbia en 2003, se decidió finalizar con el transbordador espacial, por lo que estas propuestas fueron dejadas de lado.
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